Un día veníamos
del jardín. Durante un tiempo la llevaba casi todos los días porque su mamá
tenía la rodilla lesionada. Ya hacía un
tiempo, Mora me había comentado de un nene de jardín, de la salita de 4, con el
que intercambiaban sonrisas.
Le pregunto:
“Y aquel nene que te sonreía, cómo se llamaba?” Me dice: “Iván”. “Ah, y es tu
amigo, no?” y ahí me contesta: “No, no es mi amigo, YO LO AMO” (¡!)
Yo, que
luchaba por mantener una seria conversación, le digo. “Ah!, claro, lo querés
mucho…” “Sí – me dice- yo quiero bailar con él el vals en el parque…”
Al
comentarle esto a Juana Inés, ella me cuenta que la otra noche entra Nacho a su
habitación riéndose, después de leerle un cuento y charlar con Mora, y le dice: “Voy a tener que hablar seriamente
con ese tal Iván de la salita de 4 a ver qué intenciones tiene…” Parece que
también le había contado al padre de su amor…
Y la cosa
siguió.
Otro día,
también volviendo del jardín, le pregunto: “Y cómo te fue hoy?” “Y…más o menos”
me contesta (muchas veces contesta así). “Y porqué más o menos?” “Porque yo les pedí a
mis compañeros que lo trajeran a Iván para hablar con él, pero ellos dijeron
¡Vamos a cazar a Iván! y salieron corriendo a buscarlo y él se enojó”. Parece
que ella quería hablar con él para declararle su amor o algo así.
Unos días
después, parece que les había dicho a sus compañeros que le gustaba Iván y
ellos dijeron “¡Qué asco!” y ella se enojó. Yo le dije que debía ser por celos…
Veremos cómo sigue esta novela (temprano empieza, ja, ja…).
Así luce en estos días la dama enamorada:
Con jogging y salto de cama:
En el Argentino (Pedro y el lobo):
En el Ecas (la llevó Nane):